Por: José David Orozco
Eran ya las once de la noche en República
Dominicana, todo parecía perfecto, el clima favorable de la noche dejaba ver
una luna hermosa, la orquesta tocaba con notable destreza los más destacados
ritmos, luego, para completar la noche, empezó a tocar un grupo de merengue
típico. Marcos bailaba con ella sumido en el delirio, mientras se abrazaban en
medio de la pista corrían las gotas de sudor al ritmo del merengue ripiao’. No
había más noche, ni más gloria, ni más momento en la historia de Marcos que esa
boche.