Por: Wilson Blanco
---Ahí se los dejo para ver qué hacen con él ---.
El hombre sin pronunciar más palabras y sin volver la mirada salió apresurado. El herido se quejó por primera vez, mientras permanecía tirado en el piso.
---Me muero ---dijo ---pero se quedó quieto por un momento---.
--- ¡”Se muere, doctor”! ¡”Se muere”! ---Gritaba la gente cada vez más exaltada y resuelta a intervenir---.
--- ¿Con quién vino? ---preguntó el médico de turno impasible frente al herido---.
--- Con mi hermano ---respondió el herido entre dientes, sin mirar al doctor y con la mano puesta en la herida para restarle fuerza a la salida de sangre---.
--- ¿Sus papeles? Si no tiene papeles, no lo podemos atender ---advirtió el médico mientras rellenaba unos óvalos en el formulario de ingreso---.
El herido se incorporó un poco y con la cabeza medio levantada alcanzó a decir: “No tengo papeles”, doctor. Se dejó caer de nuevo contra el piso y quedó en silencio.
--- Entonces, si no tiene papeles busque otro hospital.
El médico dio la espalda y sin importarle más lo que pudiera pasar con el herido cerró con fuerza la puerta.
Pero lo que más recuerdo de lo ocurrido esa tarde en el hospital, es haber visto a los vigilantes arrastrar a mi hermano hasta la calle, sin importarles las súplicas de la gente pidiéndole al médico que lo atendiera. Sobre esto le hice mucho hincapié al juez en las audiencias.
Cartagena, Julio 2012.
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